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domingo, 18 de septiembre de 2011

Día de reflexión

Cómo ser público en un programa de TV
Por: Ald-El

El título de este ensayo parecería un manual sobre estándares que hay que considerar para poder acudir a un programa y asegurarse de realizar un buen desempeño como miembro del público de un evento televisivo, y si, puede que tenga esa finalidad para los que pertenecen al sector de la población que comúnmente acuden a estos eventos o que quieren acudir, sin embargo, para un comunicólogo o para un periodista crítico, le puede parecer un manual para sobrevivir dentro de una prisión, a la que ellos llaman foro, sin desmayarse de la cátedra que dan los pseudo-comunicadores. Así que, enfocaremos este texto, a presentar los dos puntos de vista de estar en el público de un programa de TV, el de el público (valga la redundancia) y el de un comunicólogo.

Para presentar esta pequeña guía de una forma sencilla, contaré la experiencia que tuvimos unos colegas y yo dentro de un programa de TV, del cuál no diré el nombre para evitar una demanda, sólo diré que es de música y lo produce la televisora de la cual es dueño el empresario Emilio Azcárraga Jean. El objetivo de esa visita que hicimos, era que fuéramos parte del público, pensar y actuar como ellos.

La cosa no fue nada sencilla, pero, por el bien académico, había que hacerlo. Al inicio, en el primer acceso al que nos hicieron pasar, nos reunieron con los participantes del programa y otro grupo de personas dispuestas a estar varias horas para conocer a artistas de talla internacional. Ese primer recinto parecía una capilla de un templo, con sillas alargadas como para doce personas, y sin respaldos.

Esta ocasión, en lugar de un sacerdote estaba, lo que pudimos percibir como un floor manager, dando las indicaciones de qué era lo que teníamos que hacer durante la grabación del programa; y en lugar de ídolos en dicho templo, había un baño y una máquina de refrescos, si mal no recuerdo.

Las indicaciones eran, aplaudir cuando nos lo pidieran o guardar silencio, no voltear a la cámara a cada rato, ponernos de pie, mostrar un entusiasmo como si fuera el mejor día de nuestras vidas y apoyar a los concursantes y a las estrellas. Literalmente, convertirnos en máquinas de alegría, estuviésemos o no de acuerdo con ello.

El siguiente pasaje fue entrar directo al foro, era más chico de lo que imaginábamos mis compañeros y yo. La grada del establecimiento rodeaba tres cuartas partes del lugar y el centro lo ocupaba el espacio donde los concursantes iban a cantar a espaldas del jurado, que voltearía durante la canción en caso de darle aprobación al desempeño del o la cantante. El jurado lo representaban cuatro celebridades del medio del espectáculo nacional e internacional, el emblema de la televisora de San Ángel y de la propaganda política del Estado de México, Lucero; el veterano de la música tecno pop y otros múltiples estilos modernos en los que ha incursionado, Alex Syntek; el cantante de fama internacional, nacido en España, Alejandro Sanz; y el catedrático, elocuente y erudito del equipo(obvio es sarcasmo), famoso por sus composiciones y oriundo de la música grupera, Espinoza Paz (Con todo esto ya dije a que emisión televisiva fuimos).

Bien, una vez dentro llegó la condena, pues una de las advertencias antes de entrar, era “Una vez que estemos grabando, no pueden moverse de su lugar, ni si quiera para ir al baño, si un corte es largo, les permitiremos salir al baño”. Maldición, ya estábamos adentro, no había vuelta atrás. La otra mala noticia era que estaríamos varias horas ahí, desde las 8:00 am que entramos hasta las 6:00 pm, sin embargo nos iban a invitar un lunch para que no pereciéramos en el lugar.

Entonces comenzó la gran prueba, lograr comportarnos igual que el público asistente, ya sea, contagiándonos de su emotividad y/o vibras, o soportando hasta el final como fuese posible. Ahí estuvimos, siguiendo al pie de la letra las instrucciones de la gente de detrás de cámaras, aplaudiendo y aplaudiendo, riéndonos de las bromas de la gente que estaba en el escenario (aunque no fueran graciosos), y aguantándonos las ganas de ir al baño.

Desde el punto de vista del público, el ambiente fue bueno, interactuando con los jueces mientras había cortes en la grabación, gritándoles y haciéndolos cantar, excepto Lucero, que no quiso cantar, la muy amargada, era un sueño para el público, convivir con gente a la que admiran o idolatran. Los plausos, gritos y bromas no cesaron, lo que ayudaba no sólo a mantener el consenso con los managers y la gente a cuadro, sino a sobrellevar el ambiente que, ante todo, siempre se mantuvo cordial entre todas las partes.

Desde la perspectiva de un comunicador, digo uno porque es mi punto de vista y aunque lo comparta con algunos compañeros, obviamente no puedo generalizarlo. La prisión de doce horas a la que estuvimos sometidos (Prison Voice, y si, fueron doce horas, estuvimos de ocho a ocho en el set de San Ángel), fue una dura prueba, pues llegar al objetivo de camuflarse perfectamente entre la colonia de espectadores no era sencillo, porque el bagaje de nuestro grupo, y el choque del sentido del humor nuestro con el de todo el equipo de trabajo de la producción, nos hacia complicado tomar el papel de público. No era grato soportar más de ocho horas al catedrático del Espinoza Paz y su dislexia, o los chistes y estupideces que decía el floor manager para mantenernos “frescos, ambientados y entretenidos”, o escuchar al tipo que se reía de todo, fuera o no gracioso, fuese o no un chiste, lo peor de todo era tenerlo a cinco metros de distancia.

A final de cuentas, pude encontrar la necesidad de haber cumplido el objetivo, ya que de esta forma, me di cuenta de que hay grandes grupos de personas que comparten una ideología, sin embargo, individualmente, chocan o coinciden esos comportamientos según el ambiente en donde se encuentre la gente o las personas de las que se vea rodeado. Por ejemplo, varios elementos de nuestro grupo no brincábamos de alegría con las payasadas del Espinoza, aunque otro sector del público estaba extasiado con el tipo; o había colegas nuestros que de repente se contagiaban de la euforia de las otras personas, aunque en su vida hubiesen tocado un disco de Alejandro Sanz; o al contrario, hubo un caso cercano a nosotros de una señora bastante voluble en ese aspecto, tenía una actitud de alabanza hacia los famosos y sus allegados, pese a que estos no la conocían a pesar de sus innumerables visitas a la institución, y al mismo tiempo, tendía a copiar lo que hacían la gente cercana a ellos, como algunos de nosotros nada más nos la pasábamos criticando y/u otros quejándose, ella también lo hacía, sin importarle que decía cosas en contra de sus ídolos.

Para concluir, cómo ser público en un programa de televisión, la respuesta es clara, si te gusta y/o estas de acuerdo con lo que van a producir, o en su defecto, aparece alguien que admiras o te llama la atención, haz lo que te dicen y no habrá problema alguno, de lo contrario, vete a ver un partido de futbol o un evento de tu agrado con gente que se identifique con tu gusto.